Ya dijimos que es difícil ponerse de acuerdo sobre qué es Literatura. El desafío no cesa cuando queremos entrar en dominios específicos. Todos tenemos una idea de qué es la literatura fantástica. Sin embargo, cuando vamos a la particularidad de los textos se suele poner en discusión si estos pertenecen o no a este campo. Vamos a hacer un recuento breve de algunos de los pasos que algunos teóricos, generalmente cultores del mismo género, han dado.
José Miguel Sardinas autor de «El pensamiento teórico hispanoamericano sobre literatura fantástica. Un recuento (1940-2005)»: Propone que lo fantástico se caracteriza por la coexistencia de dos mundos con leyes inconciliables y un conflicto entre ellos. Menciona que el género fantástico es perceptible a través de efectos que van desde el terror hasta la conmoción intelectual.
Se aproxima a esta idea desde la lectura de varios enfoques, que luego va desarrollando durante el libro.
Estas perspectivas reflejan la diversidad de enfoques teóricos sobre la literatura fantástica y cómo cada autor contribuye al entendimiento del género.
Bioy Casares y Borges, sugieren que la Literatura fantástica incluye elementos sobrenaturales en contraste con lo natural. Clasifican los cuentos fantásticos según la naturaleza de su explicación.
De alguna forma ya se intuye lo que luego tratará de definir Todorov. Esas fantasías son definidas por Bioy como ficciones en que «lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento»
Todorov propone una serie de categorías. Si el suceso queda sin explicación, como mera irrupción sobrenatural, estamos en presencia de lo maravilloso. Si podemos explicarlo por leyes racionales, aunque insólitas, hablamos de lo extraño. Y aquí viene el aporte teórico genial: Si existe una oscilación entre intervención sobrenatural y leyes naturales estamos en presencia de lo fantástico. Es lo que llama la vacilación.
Ana María Barrenechea critica la teoría de Todorov y propone su propia clasificación basada en la problematización del contraste entre lo normal y lo anormal, lo cual permite incluir una gama más amplia de textos como fantásticos.
Para Harry Belevan la narrativa fantástica no es solo una categoría formal, sino una modalidad especial de narrar. No busca límites rígidos, sino explorar las posibilidades de la imaginación. En «Fuegos artificiales» (1975), Belevan profundiza en su poética. Define lo fantástico como “la toma de conciencia de sí mismo”. El lector experimenta una vacilación al enfrentarse a lo inusual, lo inexplicable.
De alguna manera se amplía la concepción de lo fantástico pero se vuelve a la noción de Todorov, con lo que seguimos teniendo el problema de que una categoría discursiva se estaría definiendo por la forma en que el lector la recibe, y no se estaría centrando en los elementos propios del texto. Aún así cuesta encontrar una visión que supere el «elemento vacilatorio» y salga airosa definiendo la Literatura fantástica.
Quizá más que esforzarnos por encontrar los límites duros de la definición, debamos disfrutar del placer de los matices que cada pensador aporta al género. Hay más valor en apreciar las agudas observaciones propias de cada cosmovisión que en crear una jaula para un monstruo que puede, cuando quiere, ser delicado y porqué no, tan inefable como intangible.
Si nunca tuviste oportunidad de escucharla, te recomendamos la conferencia de Borges sobre Literatura Fantástica. Esta conferencia ofrece una visión panorámica y se constituyó como una valiosa herramienta para comprender este género y su relación con la realidad.
Algunos Temas recurrentes mencionado por Borges:
Metamorfosis: Transformación de un ser humano en otro animal o criatura. Ejemplo: «La metamorfosis» de Kafka.
Profecía: Anuncio de un hecho futuro. Ejemplos: Historia de la sobrina y el viudo, sueño del emperador chino.
Invisibilidad: El poder de ser invisible. Ejemplo: «El hombre invisible» de H. G. Wells.
Objetos mágicos: Objetos con poderes especiales. Ejemplos: El espejo de Merlin.
Juegos con el tiempo: Viajes en el tiempo. Ejemplos: «La máquina del tiempo» de H. G. Wells, «El sentido del pasado» de Henry James.
Limitaciones y repetición:
Borges observa que hay una cantidad limitada de temas en la literatura fantástica. Estos temas están en consonancia con la naturaleza humana y las emociones que necesitamos expresar.
Un Borges siempre lúcido nos plantea que: «El problema que la literatura fantástica busca resolver es el mismo que intentan resolver la filosofía y la teología: ¿A qué género pertenece nuestra vida?»